Page 78 - Antologia_2017
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Gerardo Lima Molina

                       Ciervo Rojo

I

Pueblo no está lejos de Amarillo Lake, tan sólo los separan unos
kilómetros y la tierra yerma. A los amarillenses no les gusta hablar
de Pueblo, les remite a muchas cosas, a todo aquello de lo que se
han apartado. La consciencia social, el orgullo nacional, el Centro,
la tradición marcada por la conquista, etc. Además, y esa es la ra-
zón más importante: Pueblo les recuerda que todo muere, incluso
las ciudades. Si preguntas por Pueblo mejor lárgate, forastero.

    A mí me han preguntado por el lugar, dicen que debo saberlo
todo pues yo nací allí, soy un lobo de esos páramos. Si lo soy, así
lo pienso, prefiero ser un estepario. Tanto he caminado que, ya
cansado, he terminado por detenerme en Amarillo. Mis pezuñas se
resienten con el calor del suelo, con el piso resquebrajado por los
rigores del desierto, y el sol sólo me ha señalado un lugar hacia el
este.

    Amarillo es una visión tripartita, o una legión de ciudades fuer-
temente fortificadas. Sólo una es ciudad, el puerto es más peque-
ño, aunque independiente, y las Cascadas, al sur… digamos que no
son la gran cosa, un pueblito dedicado al ecoturismo y a esas nue-
vas formas de ganarse el dinero. ¿Durante cuánto tiempo ha sobrevi­
vido la zona? Tierra Grande no sería nada sin Amarillo, sin los tres
Amarillos. Lo sabemos todos los que nacimos en la región, y más
allá también lo saben, en el sur, hacia el norte de Veracruz; incluso
en Tamaulipas. Amarillo es el carbón que mantendrá encendida la
hoguera cuando venga la noche helada.

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