Page 79 - Antologia_2017
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GERARDO LIMA MOLINA

    Eso no es del todo cierto. Cuando llegue la noche helada, cuan-
do no haya ningún Niño Amarillo ni otros dioses menores y mayo-
res que puedan resguardar la región, por mucho que esté protegida
por tres frentes, la tierra sufrirá bajo el rigor del hielo y del viento
cortante, como espinas de cactus y nopales.

    Cuando llegue la noche helada no habrá quien se mantenga en
pie. Y la noche, dicen, ni siquiera será oscura, tampoco negra, ni
siquiera azulada. Será del color de esta tierra, y levantará las lla-
mas bajo el suelo, y se escucharán las estampidas venir, los viejos
animales, las criaturas largo tiempo dormidas. Quizá yo tampoco
esté aquí, si tengo suficiente suerte.

    Lo de Pueblo me asusta, pero no tanto. Sé lo que vendrá, habrá
otras historias, y tal vez debamos aguantarlas. No me considero
alguien estúpido (seguramente los estúpidos no se consideran ta-
les), ni creo ser un vejete testarudo. Hay que saber alejarse de los
peligros cuando los puños no son suficientes, y yo tengo los nudi-
llos hechos mierda. Tantas enseñanzas de mi padre servidas como
alimento para los cerdos. Desperdicios que no he sabido aprove-
char. En mi defensa diré que mi querido padre me enseñó tan bien
como pudo, y que yo aprendí tan bien como supe. Y que la culpa
no es de él ni mía. No estoy siendo condescendiente, simplemente
sé reconocer cuando los vientos son capaces de rasgar las velas.
Cuando no queda nada más que escombros uno debe arriarlas, re-
parar los palos, regresar al puerto y esperar otra ocasión.

    Sólo que yo no quiero esperar otra ocasión. Ni tú querrías, que-
rido padre.

    La casa que compré en Amarillo queda al norte de la ciudad.
No está tan lejos del lago, pero sí hay que recorrer varias cuadras
desde la casa para mojarse los pies. A pesar de mis diatribas, nun-
ca he sido un marinero. Pueblo queda más cerca de Tamaulipas
que de Puerto Amarillo. Ser un marinero requiere de convicción,
de tozudez, o de una suerte de mierda. Yo no he tenido ninguna de
ellas, pero sé apreciar el agua cuando la veo. Sé que la del lago de
Amarillo es salada en algunos segmentos, su nivel salino no es tan
alto como el de algunos “brazos de mar”, pero la sal está ahí. Y
que se caguen los geólogos, biólogos marinos y otros estudiosillos
de universidad, porque los brazos existen. Los he visto muchas

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