Page 87 - Antologia_2017
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GERARDO LIMA MOLINA

la iglesia más vieja del estado. El lago circunda la iglesia, como si
fuera una protección para su culto y lo que quedó de él. Pero no
todos se escandalizaron, ni en Pueblo ni en Amarillo. La gente se
hizo más pragmática, floreció Amarillo con sus negocios, la mine-
ría, la buena pesca en el Golfo; y en Pueblo aprendimos a cuidar
de nuestro ganado, y a prosperar con él. Casi todos se callaron sus
secretos, sus suspicacias, o al menos guardaron todo para los mo-
mentos importantes del año, para nosotros mismos.

    Aquí en Pueblo habíamos escuchado varias cosas. La Avenida
Juárez, la principal de la vieja “ciudad”, trataba de atravesar recta
los asentamientos, edificios, tiendas y algunas casas, las primeras,
pero no lo hacía. Serpenteaba de norte a sur porque evitaba algu-
nos montículos hechos de tierra y rocas, donde nunca ha habido
nada, pues en ellos nada crecía, ni cactáceas ni yerbajos siquiera.
En esas pequeñas colinas los puebleños decidimos erigir estatuas,
señales conmemorativas, efigies, para que la avenida no se viera
como un arroyo vencido por las viejas rocas.

    Contaban las abuelas que en esos montículos se escondían vie-
jos huesos de viejas criaturas, tan antiguas como los parpadeos de
las estrellas. Esas mismas abuelas son quienes contaban sobre la
edad de nuestra Tierra, un terruño errante en el vacío, captado por
una estrella naciente, un humilde sol girando en una de las orillas de
la galaxia. La Tierra había surgido antes que el sol, nos contaban, y
nos decían que algunos de los planetas se habían formado antes que
el sol, que el sol había sido una invención de los dioses para dotar
de luz a nuestros páramos, para que aquí pudiera emerger la vida.

    Aquí han desenterrado huesos y flechas y piedras de edades
muy anteriores a lo aceptado por las comunidades científicas, y
digo comunidades porque eso son, grupúsculos reunidos ante el
Fuego Secreto de la Ciencia. No son tan diferentes de nosotros, ni
de nuestros ancestros. Ellos creen en sus hipótesis, ellos crean teo-
rías, formulan religiones y se ponen a adorarlas, a veces aceptando
ideas nuevas que confirman el modelo. Son creadores. Y no los
culpo. Todos somos esos hombres alrededor del fuego, creando
nuestra memoria, dándonos sentido.

    Cuando crecíamos nos dábamos cuenta de que esas no eran
más que habladurías, que el sol había venido primero al Estado de

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