Page 29 - Antologia FONCA 2017_sp
P. 29

CUENTO

    A mí lo que más apuración me daba es que ya estaba grande,
doce años, y me andaba coqueteando un muchacho y pues pensa-
ba: nomás me roba y el día que durmamos juntos me lo meo y me
regresa de volada a mi casa. Estaba en medio de mi drama infan-
til cuando desperté. No tardé mucho en darme cuenta de que me
encontraba en una pinche cueva, una cueva en medio del desierto.
Pero al menos estaba viva, había burlado a la muerte, según yo.
No sabía que la muerte soy yo.

    Vi que estaba amaneciendo y se me ocurrió salir a agarrar
solecito, a checar el cuadro, a ver qué pedo. Bad idea, en cuanto
el perro sol tocó mi piel sentí como si me quemara, hasta humi-
to me salió. ¡Ah su pinchi madre!, y que me meto de nuevo a la
cueva en chinga. Los demás días fueron terribles, aunque nada
comparado con la violación y asesinato, pero muy jodidos. Mi
piel empezó a descomponerse, no solo olía a podrido, sino que
se empezó a caer, a caer en hilachas. Todo el cabello se me cayó.
Vomité, vomité todos mis órganos, el corazón, el estómago, el
intestino, los riñones, el hígado, el páncreas: me cae que los vo-
mité. Con estos ojos que se ya jamás se comerán los gusanos vi
salir mi intestino por esta boca, todavía con sabor a tacos al
pastor. Neta, hasta le jalé paʼ que saliera bien. El hígado sabía a
sangre, a sangre fresca: me gustó. Mi páncreas como dulcecito,
como a leche de bebé. ¿El corazón? Ése sí no lo escupí, sabe
Dios por qué.

    Luego de vomitar todos mis órganos, perder mi cabello, me
volví a morir, te digo que ya ni sé. Cuando desperté, aunque pa-
rezca un pinche mal viaje, ya era otra vez yo. No había heridas, ni
dolor, ni nada: yo era la pinche chiki en todo su esplendor, pero
andaba toda encuerada, bueno casi: nomás con una playera negra.
Esos cabrones largaron mi ropa a quién sabe dónde, culeros. Total
que esperé a que se hiciera de noche, y fui a buscar al Charro Ne-
gro, ese men me debía un par de explicaciones. Te digo que aga-
rré camino por el desierto, para mi pinche sorpresa veía rebién en
la oscuridad, como si trajera visión ultrarroja, o ¿es infrarroja?
Ajá, así bien perrón. No tardé mucho en encontrar un pinche cam-
per en medio del desierto. Muy mona toqué la puerta y cuando lo
tuve frente a mí le dije, ¿qué pedo?

30
   24   25   26   27   28   29   30   31   32   33   34