Page 35 - Antologia FONCA 2017_sp
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CUENTO
Thiers–, y lo que cobra por ellas, no desecharía con tal facilidad
las flores.
Ella decidió, ya que el viento consiguió levantarle el ala de su
sombrero y ahora la hacía subir y bajar sobre su frente, despren-
derse de él y se lo ofreció a su marido, quien tuvo que cargarlo
bajo el brazo.
Albert vio un par de mirlos luchar contra el viento; en un mo-
mento le pareció que estaban detenidos. Siguió con la mirada la
lucha en vuelo de los pájaros, por lo que el grupo de los Thiers se
le adelantó unos pasos. Se sujetó el sombrero con la mano y co-
rrió hacia ellos para alcanzarlos.
–Que no se diga que un poco de viento habrá de acabar con
nuestros planes, no señor –decía madame Thiers al doctor Gar-
nier–. Es domingo y lo más natural es que gastemos la mañana
en un paseo por el bosque, ¿o me equivoco?
El médico, quien había tomado el lugar de Albert y ahora
caminaba del brazo de madame Thiers, asentía a cada palabra
de ella.
Caminaban entre las jaulas del zoológico, a ratos los gritos de al-
gunos animales eran arrastrados en girones por el viento. Albert
vio la incomodidad que aquel viento frío producía en la jirafa, los
movimientos bruscos con que su largo cuello respondía a las ráfa-
gas heladas.
–Disfruto caminar por aquí, ver lo exótico que es el mundo
–madame Thiers envolvió con un ademán de su mano libre todo
el espacio por donde caminaban–. Tan inmenso el mundo, pero
lo podemos tener aquí, en medio de París. Vea usted cuánto ani-
mal extraño, cuántas cosas que uno no conoce –las palabras de
madame Thiers iban dirigidas al doctor, pero sus ojos observaban
a Albert para que se sintiera incluido en la conversación; el joven
dejó de prestar atención a la jirafa incómoda.
Siguieron sus pasos, algún comentario sobre los rinoceron-
tes, sobre el par de elefantes. El doctor recordó el sitio de París,
cuando los prusianos causaron tal hambre que el zoológico fue
asaltado, y todo lo comestible terminó estofado.
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