Page 38 - Antologia FONCA 2017_sp
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NOEL CISNEROS

    –Sí, sí, eso lo sé. Pero yo pensaba en los salvajes, en los nubios
o senegaleses o yemenitas, o lo que sean –frunció los labios al
terminar.

    –Vamos, son salvajes, el frío no les hace nada; además, en el
jardín sabrán cómo tratarlos, como saben tratar a los demás ani-
males.

    Ella asintió.
Albert se disculpó por no quedarse más tiempo, tenía compromi-
so en casa: los visitaría un funcionario del Quai d’Orsay. Se des-
pidió: le dieron su abrigo, el sombrero, los guantes y el bastón.
Afuera una nieve espesa caía y blanqueaba las calles.

    Caminó hasta su casa, eran apenas unas cuadras, no había
viento; de no ser por un carro y los agobiados caballos que lo
arrastraban, Albert habría pensado que el mundo se había queda-
do de pronto solo. Recordó la mirada que desde la choza en el
Jardin d’Aclimatation se dirigió a él, recordó las hortensias estro-
peadas en el piso. Una serie de pensamientos oscuros atravesaron
su mente. Se sacudió la nieve de los hombros y se quitó el som-
brero para sacudirlo.

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