Page 37 - Antologia FONCA 2017_sp
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CUENTO

    –Y el pianista, ¿tampoco nos acompañará esta tarde, del mis-
mo modo en que no quiso hacerlo esta mañana? –el doctor Gar-
nier veía el piano con nostalgia fingida. Le gustaba que las veladas
estuvieran amenizadas por música, aunque no tenía en mucha es-
tima al pianista, a quien consideraba como la gente del servicio o
los muebles.

    –Ah, no, él ya empezó su fiesta –contestó madame Thiers–.
Nos había dicho que iría a dar unos conciertos y he recibido carta
suya, dice que parte mañana y necesita prepararse para el viaje.
Por eso ni a la caminata nos acompañó.

    Ella esperó que su ocurrencia hiciera reír.

El sol de la tarde comenzó a reflejarse púrpura entre las nubes ba-
jas. Albert se asomó por la ventana para ver el contraste de las
nubes negras teñidas de los colores del atardecer.

    –Es que no somos lo suficientemente entretenidos– dijo, al
acercarse a él, madame Thiers.

    –No, no es eso, es que, vea usted –señaló afuera, pero la luz
declinaba y lo que había parecido un bello tapiz se desvanecía y
apenas dejaba ver unos retazos rosas.

    –Ya veo, ya veo –respondió condescendiente y volvió a su si-
tio en medio del salón.

    Cuando los últimos colores del cielo se desvanecieron y afue-
ra comenzaron a encender las farolas de gas, Albert alcanzó a ver
los primeros copos de nieve caer.

    –Nieva, está nevando –dijo al dejar la ventana y sentarse al
lado de madame Thiers.

    –Con nuestra caminata al viento no esperaba que el día termi-
nara en un bochorno.

    Su ocurrencia arrancó una risa a todos. Se quedó seria viendo
hacia la ventana, complacida.

    –Bueno, nieva, pero, ¿qué hay de los habitantes del Jardín de
Aclimatación que hemos visto hoy? –preguntó y su mirada reco-
rrió el salón.

    –Vamos, querida, qué va a haber: son animales, tienen lana
que los proteja –respondió el señor Thiers con el puro en la boca.

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