Page 39 - Antologia FONCA 2017_sp
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Pablo Gálvez

                          Prótesis

Hacía las veces de azafata de tren, traficante de opio y pintora a
lapsos parciales: cuando el armatoste viajaba liviano y hallaba tiem-
po y espacio en algún compartimento vacío; nadie a quien atender
y sitio donde fumar, inspirarse y sacar el bloc, los carboncillos.
En dichos recesos clandestinos podía fugarse de sus quehaceres
habituales y echar humo a placer, disipar el tedio diario con las
difuminaciones en los rasgos de los retratos imaginarios que bro-
taban de su lápiz. Siempre había tenido la tentación de usar pin­
celes, de estar ante un lienzo montado en caballete. Imposible:
mucho más costoso, nada portátil y muy poco práctico para al-
guien que vive en el desarraigo, que viene y va, sin hogar fijo.

    De no ser por esto y las dosis relajantes, ya me habría vuelto
loca por completo, pensaste mientras tu mirada se extraviaba con
fijeza en un punto indeterminado del camastro, y la muñeca hacía
serpentear en el papel las líneas de un semblante inexistente –que
no acababa de ser melancólico, ni vivaz, ni nada en realidad, pero
que sí empezaba de veras a perturbarte–, ya que lo veías tan níti-
do en tu mente, inmersa en su enervada ascensión, que los ner-
vios te flaqueaban, pues podrías jurar que a cada trazo dado, el
dibujo, apenas un boceto –(¿de quién? Imposible decirlo, aunque
lo pintabas como si se tratase del retrato de alguien posando frente
a ti), vago hasta lo irrisible–, te regresaba visos e incluso parpa-
deos; y entonces notabas casi sin asombro, cómo la manta perfec-
tamente alisada por ti se corrugaba un ápice, como bajo el peso
de alguien ahí sentado, y casi –también– te sentías tentada a dibu-
jarle una almohada en torno a la cabeza e ir a recostarte junto a

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