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CARMEN AMAT
a su prima con su insistencia, y ésta termina por sumergirlo en
una caldera de agua hirviendo. Elías pudo haber muerto, pero el
narrador reitera así su temprano amor por la literatura: era tanto
que estuvo dispuesto a ser desollado vivo para aprender a leer y
escribir. Lo importante aquí, no lo olvidemos, es que el narrador
se ha preguntado si lo que está contando sucedió en realidad, o si
asumió como verdades los cuentos que los demás le narraron so-
bre su infancia. De hecho, en el segundo tomo autobiográfico, ya
adultos, Elías y Laurica se rencuentran, y resulta que esta expe-
riencia de la infancia, tan definitoria para el futuro Nobel, se ve
reducida por el juicio de la chica, quien declara que nada de lo
que Canetti relata sucedió de tal forma. Laurica niega el episodio
con aire arrogante, contestando: “son puras imaginaciones tuyas,
Elías”. Esto supondría que una parte de la vida de Canetti, al me-
nos como él la recuerda, no sucedió. Se puede derivar de ello, en-
tonces, que la declaración de ese tempranísimo y potente “amor
por las letras” que lo impulsaría a volverse escritor, fue una fabri-
cación de alguien más [por pusilánime, el ensayista se resistió a
sugerir al lector lo siguiente: ante la posibilidad de que ese primer
“amor por la literatura” que Canetti juró sentir fuese una inven-
ción, y en vista de que a raíz de ese mismo amor dedicó su vida
entera a la escritura –compromiso que le mereció un premio No-
bel–, el ensayista se pregunta íntimamente si es posible que sus
propios ejes vitales sean ficción de alguien más. Verdadera para-
noia: ser personaje de otro y no autor de sí mismo. Y ganarse el
Nobel con ello].
Quien lea este diario, después podrá pensar que lo siguiente es una
locura, pero una tarde decidí contactar a las mujeres desconocidas
y a la farmacia que lleva mi nombre. Envié a todxs un mensa-
je explicando mi intención. Han pasado algunos días y sólo he
obtenido respuesta de la farmacia —me devolvió un formulario
complejo, en caso de que quiera solicitarles un envío de fármacos—.
Aunque mi búsqueda parezca infructuosa, he hallado algunos in
dicios interesantes.
En las redes sociales existen grupos que se dedican a rastrear
nombres compartidos por los usuarios. El más grande es el de
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